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viernes, 25 de abril de 2014

"El que quiere puede"

El torneo regular del clausura llega a su fin en la fecha número 17,  será interesante ver gran cantidad de encuentros, ya que varios de los equipos aún tienen oportunidad de ingresar a la máxima fiesta del futbol mexicano por lo que se espera que los equipos salgan de la zona de conformismo y jueguen el partido, ya que no hay mañana.

Aquí te dejamos los pronósticos de @capitanfutbol :


"Por amor a la playera"


Por: Eduardo López / @ArikadoLopez

“El respeto es la base del entendimiento entre los seres humanos; tenemos que aprender a respetar para que los demás nos respeten.”

Estos últimos meses, nuestro amado deporte se ha visto manchado, por enésima vez, por rasgos y actitudes violentas en las tribunas de los estadios. Es curioso y a la vez alarmante, como el deporte que, en esencia, es una herramienta de cohesión social, de desarrollo físico y emocional, se convierta en el campo perfecto para una sangrienta guerra en la que se defienden los colores o la playera del equipo de nuestros amores, a sangre, sudor y lágrimas.

Pero, ¿realmente está justificada esta “pasión desbordada” por un equipo de futbol?
Mi padre, en paz descanse, fue un gran aficionado a los deportes. Chofer de una línea de tráilers de transportes de alimentos a nivel nacional y jugador de béisbol amateur, la casa siempre estuvo inundada de artículos deportivos y de historias y hazañas, propias y ajenas, sobre el deporte.

Recuerdo especialmente una grandiosa. “Llegué de viaje de la ciudad de México, directo al estadio porque era sábado y había partido. Solo iba a ver a mis compañeros y, probablemente, a tomarme unas cervezas. Cuando llegué al Dogout, el partido estaba a punto de cancelarse porque nuestro equipo no tenía cátcher. Esa era mi posición, de hecho era el titular, pero como estaría fuera, el que jugaría ese día sería el suplente, el cual, nunca llegó al partido. Sin guante, sin el equipo de protección y en botas, entré al campo a hablar con el cátcher rival, para preguntarle si me prestaría su equipo. Aceptó y jugamos. Era verdaderamente gracioso estar ahí, en el campo, con botas y no con tenis o tacos. Al final, en la 8va. entrada, pegué un cuadrangular para ponernos adelante y ganar el partido, en la siguiente entrara.”

Historias como está, me hacían ver a mi padre como un héroe, y a los estadios, canchas, gimnasios y demás como un lugar mítico, donde milagros ocurrían y los héroes se alzaban por sus grandes hazañas. Esa idea perduró, hasta que fui a un partido de verdad. Gritos, insultos y amenazas al árbitro, mentadas de madre al jugador que fallaba en su labor dentro del campo. Y el culmen de esto, riña campal entre aficionados de los equipos. Los héroes se convirtieron rápidamente en villanos y el glorioso campo de juego, en una cruel remembranza de una zona de guerra.

La pasión que se desborda en un partido de futbol, tanto de jugadores, directivos y aficionados es enorme. Cánticos e himnos de apoyo, mantas (aunque en nuestra “majestuosa” liga estén prohíbas) con mensajes de apoyos, son parte de la escenografía y soundtrack de este maravilloso espectáculo. Pero, basta un solo desorientado que, en su afán de “apoyar” a su equipo, lance un insulto o grosería, ya sea al jugador o equipo contrario, para que la belleza se transforme en horror.

Desde las broncas dentro y fuera de los estadios de las barras de los equipos, hasta los insultos y frases racistas o, en mi particular punto de vista, el estúpido grito que tiene varios años resonando en los estadios al momento de que el portero se dispone a despejar el balón (“¡Eeeeeeeeeeeeee, ***ooooooo!”), han creado en nuestro futbol un ambiente hostil y violento que, espero y confía en que así sea, no es lo que buscan los directivos de nuestra liga.

Lo peor de todo es que es tan ridículo que mientras en el campo los jugadores de ambos equipos al término del partido se saludan, abrazan e intercambian playeras, los aficionados se insulten y griten, y lleguen a los golpes por “amor a la playera”.

Ya el futbol internacional nos ha dado pruebas de que esta violencia, sino se ataca de inmediato y se toman actitudes permisivas de parte de autoridades deportivas, así como de autoridades civiles, puede desembocar en crimen, inclusive en muerte. El futbol, y cualquier otro deporte, no valen más que una sola vida humana.

En este momento, nuestro futbol está en ese punto en el que se deben tomar acciones claras y concretas para erradicar este problema de nuestras canchas y estadios. Pero, es importante también que nosotros como aficionados, entendamos que la pasión por el futbol no se demuestra con gritos, golpes, palabras altisonantes e insultos hacia los demás, sino con el respeto al contrario, y con el apoyo incondicional a nuestro equipo.


Cortesía de deportes.terra.com.mx
Aún recuerdo al inicio de este año, en el partido en la CopaMx  en el estadio Alfonso Lastras, cuando se enfrentaron en el terreno de juego San Luis y Tigres. El partido tuvo que ser suspendido más de 40 minutos, debido a que aficionados del San Luis iniciaron una trifulca contra aficionados regios, mismos que tuvieron que bajar al campo para guarecerse de los proyectiles y golpes con los que eran atacados. Lo peor y más triste de todo es que en las tribunas había infinidad de padres de familia con sus hijos, los cuales tuvieron que “volar” por la escalinata del estadio para poner a salvo a sus pequeñines. Una imagen que no debería de verse nunca en un estadio de futbol, cuando la sonrisa y felicidad de un niño en el estadio, se transforma en llanto, hemos tocado el punto en el que se debe de poner un hasta aquí, y encontrar solución inmediata a esta problemática.


Un caso que me sorprendió de grata manera y me demuestra que es posible sanar esta enfermedad, fue la actitud de los aficionados del Schalke 04, en su partido como locales ante el Real Madrid. Con un equipo merengue muy superior al alemán, y con un abultado marcador adverso de 6 – 1, aficionados teutones, al acabar el partido elevaron en lo alto mantas y banderines con leyendas de apoyo y los colores de su equipo, y entonaron cantos que demuestran el amor a sus colores, sin importar el resultado del partido y aún con la decepción de, prácticamente, estar eliminados de la UEFA Champions League. Sin insultos ni ataques a los aficionados rivales. De admirarse.




*Cortesía de marca.com
Ojalá nuestros estadios, ciudades y deportes, en especial el futbol, pronto pueda librarse de este cáncer en el que se ha convertido la violencia. Recordemos que, todos somos humanos y como tales, el color de la sangre que corre por nuestras venas es rojo. Fuera de eso, el color de nuestra piel, cabello y equipo deportivo, no tiene la menor importancia.